6.03.2005
Como en cualquier capital del mundo me encuentro con un panorama bastante conocido y común: ríos interminables de gente, de vehículos, hipnotizantes, asfixiantes, omnipresentes... Dolores de pierna, pies cansados, zapatos gastados, olores nauseabundos... Llego a mi oficina en Polanco toda pulcra y elegante. Me instalo tranquilamente y todo el trajín sufrido en el transporte se compensa con una deliciosa taza de café frente a mi monitor. Ahora hay poca carga de trabajo pero pronto estaré llena de tareas editoriales. Es la primera vez que escribo sobre mi profesión como diseñadora gráfica pues este gran salto de Puebla al D.F., me ha cambiado la vida.La semana pasada fue de perros buscando hogar totalmente presionada, agotada y llena de historias que contar. Con el "Segundamano" en mano recorrí un chingo de kilómetros y una gran variedad de departamentos y casas de huéspedes a pata, en metro y en peseros. Se me fue un varote en tarjetas ladatel y celular poblano pero al fin encontré mi lugar en esta gran ciudad. Las rentas de las recámaras que estuve viendo van desde los $1600.00 hasta los $2500.00 y las comodidades también varían en cuanto a espacio, tipo de muebles, servicios y ubicación. Conocí a una variedad de personajes: al ñor freak solterón de la colonia doctores que renta tres recámaras dentro de un departamentito amueblado bastante kitch y a algunas ancianas que viven solas y rentan las recámaras de sus casas para ayudarse un poco con sus gastos pues la pensión de reciben de López Obrador no les alcanza. Con problemas de cadera, columna, sordera, vista cansada y cargando a cuestas más de 70 años poco a poco cada una de ellas me fue contando un fragmento de su historia.Todas ellas sufren el abandono y la soledad: desde la señora fresa de Polanco, pasando por la que vive con su gato en la Roma y se la pasa peleando con sus vecinos hasta la que alguna vez estuvo casada con un famoso jinete y que ahora venida a menos paga una renta altísima en un pequeño departamento ubicado en la frontera del D.F. y el Estado de México. Dispuestas a renunciar a su privacidad a cambio de satisfacer su gran necesidad tanto económica como de compañía, la resistencia de estas mujeres es admirable.Hoy es mi tercer día compartiendo techo con Luz María, una venerable de 70 años que me recuerda al personaje de Jack Nicholson, Melvin Udall, en la genial comedia romántica "Mejor imposible" ("As good as it gets" de 1997) por su increíble colección de manías que rayan en lo enfermo. Su departamento es tan reluciente como un espejo nuevo al igual que el de Melvin. Tanto orden y limpieza me provocan tristeza pues pareciera como si nadie utilizara la estufa, el tostador de pan, el escurridor de trastes, el comedor, el baño, etc. Así como Melvin, Luz María acostumbra a ir a desayunar todas las mañanas a un café cercano.Después de mi primera noche, Luz María me llamó la atención por no haber tendido mi cama, ¡por Dios!, por haber usado su palita de madera que es "exclusivamente para hacer mis pasteles hija", por haber dejado la plancha tibia sobre su piso barnizado y por haber usado los 3 últimos kleenex. Pero todo ello se compensa cuando al final del día me aplasto frente al televisor con cablevisión que tengo en la recámara (un pequeño lujo que lo valgo). Espero poder ser tan tolerante con ella como Carol Conelly (Helen Hunt), la mesera que le sirve el desayuno a Melvin y la única que aguanta su carácter compulsivo.Me siento como si fuera la nieta adoptada cuando salgo por la mañana al trabajo y Luz María al verme tan primaveral me pregunta si no me voy a llevar nada "de tapar"... cuando estoy de vuelta y me recibe con un "ya cena hija y descansa porque mañana tienes que madrugar".
Como en cualquier capital del mundo me encuentro con un panorama bastante conocido y común: ríos interminables de gente, de vehículos, hipnotizantes, asfixiantes, omnipresentes... Dolores de pierna, pies cansados, zapatos gastados, olores nauseabundos... Llego a mi oficina en Polanco toda pulcra y elegante. Me instalo tranquilamente y todo el trajín sufrido en el transporte se compensa con una deliciosa taza de café frente a mi monitor. Ahora hay poca carga de trabajo pero pronto estaré llena de tareas editoriales. Es la primera vez que escribo sobre mi profesión como diseñadora gráfica pues este gran salto de Puebla al D.F., me ha cambiado la vida.La semana pasada fue de perros buscando hogar totalmente presionada, agotada y llena de historias que contar. Con el "Segundamano" en mano recorrí un chingo de kilómetros y una gran variedad de departamentos y casas de huéspedes a pata, en metro y en peseros. Se me fue un varote en tarjetas ladatel y celular poblano pero al fin encontré mi lugar en esta gran ciudad. Las rentas de las recámaras que estuve viendo van desde los $1600.00 hasta los $2500.00 y las comodidades también varían en cuanto a espacio, tipo de muebles, servicios y ubicación. Conocí a una variedad de personajes: al ñor freak solterón de la colonia doctores que renta tres recámaras dentro de un departamentito amueblado bastante kitch y a algunas ancianas que viven solas y rentan las recámaras de sus casas para ayudarse un poco con sus gastos pues la pensión de reciben de López Obrador no les alcanza. Con problemas de cadera, columna, sordera, vista cansada y cargando a cuestas más de 70 años poco a poco cada una de ellas me fue contando un fragmento de su historia.Todas ellas sufren el abandono y la soledad: desde la señora fresa de Polanco, pasando por la que vive con su gato en la Roma y se la pasa peleando con sus vecinos hasta la que alguna vez estuvo casada con un famoso jinete y que ahora venida a menos paga una renta altísima en un pequeño departamento ubicado en la frontera del D.F. y el Estado de México. Dispuestas a renunciar a su privacidad a cambio de satisfacer su gran necesidad tanto económica como de compañía, la resistencia de estas mujeres es admirable.Hoy es mi tercer día compartiendo techo con Luz María, una venerable de 70 años que me recuerda al personaje de Jack Nicholson, Melvin Udall, en la genial comedia romántica "Mejor imposible" ("As good as it gets" de 1997) por su increíble colección de manías que rayan en lo enfermo. Su departamento es tan reluciente como un espejo nuevo al igual que el de Melvin. Tanto orden y limpieza me provocan tristeza pues pareciera como si nadie utilizara la estufa, el tostador de pan, el escurridor de trastes, el comedor, el baño, etc. Así como Melvin, Luz María acostumbra a ir a desayunar todas las mañanas a un café cercano.Después de mi primera noche, Luz María me llamó la atención por no haber tendido mi cama, ¡por Dios!, por haber usado su palita de madera que es "exclusivamente para hacer mis pasteles hija", por haber dejado la plancha tibia sobre su piso barnizado y por haber usado los 3 últimos kleenex. Pero todo ello se compensa cuando al final del día me aplasto frente al televisor con cablevisión que tengo en la recámara (un pequeño lujo que lo valgo). Espero poder ser tan tolerante con ella como Carol Conelly (Helen Hunt), la mesera que le sirve el desayuno a Melvin y la única que aguanta su carácter compulsivo.Me siento como si fuera la nieta adoptada cuando salgo por la mañana al trabajo y Luz María al verme tan primaveral me pregunta si no me voy a llevar nada "de tapar"... cuando estoy de vuelta y me recibe con un "ya cena hija y descansa porque mañana tienes que madrugar".
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