7.12.2005
Es curioso cómo nos cambia la vida y cómo vemos que cambia rápidamente a nuestro alrededor. El año pasado un amigo muy querido tuvo que venir a vivir al D.F. por cuestiones laborales, mientras que una gran amiga anduvo de viaje durante todo el año recorriendo Asia y parte de Europa. Mi hermana emigró a Barcelona, cruzó el charco con todo y familia movidos por la chamba. Este año me tocó a mí cambiar de residencia al igual que a otro amigo quien me acaba de escribir desde China, también por cuestiones de chamba. Por un lado está chido porque son experiencias nuevas con las que crecemos, aprendemos y nos renovamos, pero por otro lado es triste ver que las oportunidades se den fuera de nuestro lugar de origen y lejos de nuestra gente. Al tiempo que se alargan las distancias, los lazos se estrechan, los vínculos se hacen más cálidos y nuestros horizontes se amplían, se globalizan haciendo posible que valoremos y cuidemos más nuestros cariños. Eso es lo más chido de estar lejos.
Me late el estilo de vida de Ciudad Caótica. Pero por más que me esfuerzo no me termina de gustar la calidad de vida que está de la chingada. A veces no basta con tomarse una dosis de valemadrina, incluso para los lugareños esta ciudad es indigna, imposible vivir aquí, too heavy!, too much!
Es curioso cómo nos cambia la vida y cómo vemos que cambia rápidamente a nuestro alrededor. El año pasado un amigo muy querido tuvo que venir a vivir al D.F. por cuestiones laborales, mientras que una gran amiga anduvo de viaje durante todo el año recorriendo Asia y parte de Europa. Mi hermana emigró a Barcelona, cruzó el charco con todo y familia movidos por la chamba. Este año me tocó a mí cambiar de residencia al igual que a otro amigo quien me acaba de escribir desde China, también por cuestiones de chamba. Por un lado está chido porque son experiencias nuevas con las que crecemos, aprendemos y nos renovamos, pero por otro lado es triste ver que las oportunidades se den fuera de nuestro lugar de origen y lejos de nuestra gente. Al tiempo que se alargan las distancias, los lazos se estrechan, los vínculos se hacen más cálidos y nuestros horizontes se amplían, se globalizan haciendo posible que valoremos y cuidemos más nuestros cariños. Eso es lo más chido de estar lejos.
Me late el estilo de vida de Ciudad Caótica. Pero por más que me esfuerzo no me termina de gustar la calidad de vida que está de la chingada. A veces no basta con tomarse una dosis de valemadrina, incluso para los lugareños esta ciudad es indigna, imposible vivir aquí, too heavy!, too much!
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